
Elena, dulce y romántica, llegó al estudio hablando a media voz. Con la luz de la mañana entrando por las preciosas ventanas antiguas de madera, reflejando en las paredes vacías del estudio, aprovechamos a hacer unas fotos evocadoras. La luz natural jugando con las formas de Elena, hicieron que la sesión fuera muy cómoda.
Un precioso recuerdo para ella, un reportaje para toda la vida. La fotografía boudoir puede ser así de dulce, así de evocadora.